En la librería Farinelli de la Granja, Valentín Quevedo encontró, como gran investigador que es, una litografía de 1909 en la que se puede ver un letrero en la puerta de nuestro establecimiento de “vinos y comidas”. Eso lo corroboramos con la última reforma en la que apareció un letrero que indicaba la subida a los comedores en el piso inmediato superior, con lo que se confirma lo aparecido en la litografía.
Además, también sabíamos que en el local aparecieron horarios de salidas de coches de caballos que llevaban pasajeros y mercancías desde nuestro local hasta otra Casa de Postas que estaba ubicada en la Calle Mayor de Madrid.
Con el paso del tiempo, Zacarias Peinador, alquiló este establecimiento y lo convirtió en taberna y almacén de vinos. Ésta fue evolucionando, siguiendo el ritmo propio que marca cada generación, y el aguardiente que se servía a primeras horas del día dio paso al “caldito mañanero”, y los aperitivos y meriendas de los domingos a los almuerzos.